viernes, 17 de septiembre de 2010

El 18 desde fuera

images
Este mes se cumplirán 200 años de la independencia de Chile. Seguro que será una fiesta de esas en las que nadie escatima en gastos, más de alguno se pegará la gran borrachera de su vida o tendrá el placer de bailar por primera vez un pie de cueca o comerse la mejor empanada existente. Aunque las sensaciones son intensas y las nuevas tecnologías no dejan de recordarnos la fiestecita que se van  a pegar en Chile (desde hace un rato el facebook no hace más que hablar de empanadas, vino, asados e hígados que han disfrutado de una aparente calma, previa a la tormenta alimenticia con que sus dueños les arreciarán dentro de poco). Para los que estamos lejos de la “tierra prometida” de este magno evento, las cosas no están en ese punto de “locura popular dieciochera” que se ha apoderado de Chile… y es que hay algo de melancolía acompañando a la fiesta, un dejo de deseos de noches de fondas que no se puede suplir, simplemente porque no estás en Chile.
En ese sentido, este bicentenario es también el aniversario número 30 del poema dieciochero más bonito que he leído, porque desde que el libro de mi abuelo llegó a mis manos (gracias tíos de París) no he dejado de pensar que ahora yo vivo el 18 de Septiembre en el extranjero, igual como alguna vez lo hizo el por seguir sus convicciones (pero no de una manera voluntaria como he tenido la suerte yo de hacerlo). Es por eso que hoy, con un extracto de las palabras de mi abuelo, quiero honrar bajo estas líneas no a las personas, sino que a los sentimientos de los que pasaremos el 18 fuera de casa.
Estos versos reflexivos fueron escritos en el año 1980  en medio de un país africano llamado Mozambique, que lo único que tenía de chileno eran los exiliados. Mi abuelo en ese día (a parte de arreglarle los dientes a las personas) fue un poeta, tal vez como lo somos todos los chilenos de antes y de ahora durante el 18 de Septiembre.
NO HAY BANDERAS

Es dieciocho de Septiembre
y no hay banderas.
Ni volantines, ni palo encebado,
ni ramadas, ni cuecas.
La gente camina por la calle indiferente,
como si nada ocurriera.
Es Lunes.
La semana recién comienza.
Es dieciocho de Septiembre
y parece que nadie se da cuenta.
¡Dieciocho de Septiembre!
¡Hoy la patria está de fiesta!
Aquí no se escuchan acordes militares.
No hay Te Deum en la iglesia.
Los Chilenos se han ido juntando
a beber cerveza...

¡Hoy es dieciocho de Septiembre!
En esta fecha,
por malas que estén las cosas,
el chileno se alegra
como en Pascua y Año nuevo,
se acomoda de cualquier manera.
Y el vino, siempre amigo
a la hora de la fiesta o de la pena,
hoy estará ausente entre nosotros.
Aquí no hay vino, solo cerveza...

Somos chovinistas
y la patria duele más desde fuera.
Pero, el nuestro es un chovinismo
con un inmenso respaldo moral, con trascendencia,
y con calidad,
apegado a la tierra
con fuerza incontenible
que sobrepasa a la bandera
y a la torpe fanfarria militar...

Es triste caminar por las calles indolentes
en tierra extranjera,
pensando, un dieciocho de Septiembre
sin banderas.
Es triste recordar lo que es la patria
cuando empieza a asomar la primavera.
Es triste caminar pensando
en que ya nunca volverá a ser lo que era...
Imaginando lo triste que ha de ser
vivir hoy día en ella.
Y qué triste se aleja la tarde
cuando uno piensa…

Es Lunes.
La calle está desierta.
Paulatinamente ha caído la noche
abrazando en sombras la arboleda...
Es dieciocho de Septiembre
y no hay banderas...!

Vamos caminando hacia la noche
a buscar el consuelo en la cerveza.
Alberto Reyes Lapiedra
Recados de Ultramar

1 comentario:

Yerko dijo...

NO-TA-BLE...nos hace recordar con mas fuerza el "para que nunca mas"